miércoles, noviembre 07, 2007

Mes de difuntos

¡Qué alegría!
Ya estamos en noviembre.
¿Qué debe hacer un rancio en este mes?
¿Tenorio o tranvía?
¿Cementerio o 'casitas' donde la muerte no more?
Hagan juego, señores...
Y la Canina en Granada...

7 Comments:

At 9:09 p. m., Blogger eres_mi_cruz said...

Un rancio orténtico ha de afrontar el alegre mes de noviembre, con máximo rigor al observar las sencillas pautas que a continuación se exponen.

Primero: caminar siempre cabizbajo y con un cuervo nevermoriano en el hombro.
Segundo: si se pide una tapa, añadir siempre a continuación "y unos altramuces para el pájaro" (por el cuervo).
Tercero: llevar disponible en todo momento un hacha de cera por si fuera menester unirse a lúgubre procesión.
Cuarto: caso de entrar en estanco o despacho de lotería, aceptar con resignación que el cuervo añada a su cuenta de usted un cartón de More...
extrafinos.

 
At 1:30 p. m., Anonymous Anónimo said...

Vaya, hola papi...
El enlace es muy bueno. Me apunto a las pautas.

 
At 2:06 p. m., Blogger Caninam Meam Per Tuus Huesum Muerum said...

Este comentario ha sido eliminado por el autor.

 
At 2:14 p. m., Blogger Caninam Meam Per Tuus Huesum Muerum said...

La vida, regalo de Dios e inseparable compañera de nuestro viaje por el pedregoso camino de los años. A veces llego a sentirme abrumado, por la enorme felicidad e indescriptible júbilo que acompañan mi devenir diario. Nunca podré asumir la injusta incomprensión de quienes tienen la osadía de llamarme triste, oscuro y hasta fúnebre personaje del pasado. Nunca más lejos de la realidad, a esta mirada seria, rostro inquebrantable, absoluta sobriedad y a la firmeza de mis pasos se unen en indisoluble unión espíritu-carnal una armonía y paz interior que llenan mis horas de enorme felicidad. En estos días de noviembre presiento como el alma trata de abandonar el cuerpo para fundirse en fraternal abrazo en el recuerdo de aquellas personas que me amaron en vida y que fueron partícipes de una amistad indisoluble, que ni la muerte ha podido arrancar con su guadaña traicionera. La vida y la muerte son como la semilla sembrada con esfuerzo y la flor que nace de su fruto. La muerte en fin, no es sino un dulce tránsito, un fugaz viaje a través de un profundo túnel, en cuyas paredes nuestras vidas van despojándose de sus muchas miserias. Al final del túnel podemos divisar una luz de amor y de gozo. Una vez abandonó el cuerpo, el alma toma vida propia y acude a la llamada del Dios justo que guió nuestras vidas.
En estos primeros días de noviembre abro las páginas de un viejo libro de rimas y leyendas y me detengo en ese profundo y hermoso relato de Bécquer "El Monte de las Ánimas", por mi imaginación cabalgan caballeros templarios en un Monte oscuro y silente, despierto de la profundidad de mi sueño sobrecogido por el penetrante sonido de las campanas de un monasterio derruido y abandonado. Los sábados por la mañana paseo por el Centro de la Ciudad, con tremendo cuidado trato de no traspasar el umbral de las miserias que me llevan a un endemoniado tranvía y a su inmisericorde ejército de despiadados guerreros catenarios. La capilla de la Caridad y su inigualable retablo de relieves y lienzos conjugados en perfecta armonía y que describen con incuestionable certeza uno de los momentos más dulces y conmovedores de la Vida y Muerte de Jesús, vuelve a ser un año más irrenunciable destino de mis primeras oraciones y súplicas por las almas errantes y por el sueño eterno de los justos. Mi mente es embargada por el recuerdo y aquél conmovedor relato acerca de un personaje imprescindible en la Sevilla del pasado, Miguel de Mañara, que presenció en vida el paso del cortejo fúnebre que daba testimonio de su muerte, su propio cuerpo ingrávido y roto era portado en la rigurosa procesión de su último viaje hacia la otra vida, una nueva vida hasta entonces muy cuestionable para él. La enseñanza de Miguel Mañara debe ser el mejor ejemplo para aquellos que no encuentran sentido a la vida y que pasan por ella sin pena ni gloria. El mes de noviembre cerrará de nuevo con tupido velo en tantos homenajes por todos los seres amados que llenaron nuestras vidas y que merecieron ser partícipes de la Gloria de Cristo. Su recuerdo vivirá con nosotros cada hora, minuto y segundo que transcurran hasta que el Señor tenga a bien llamarnos a su presencia.



A mi amigo Emilio, verdadero testimonio de fe y abnegación absoluta por los más necesitados.

 
At 2:56 p. m., Blogger El Pespunte said...

Este comentario ha sido eliminado por el autor.

 
At 4:52 p. m., Blogger Por los cuatro costaos said...

Parece demostrado que al rancio le da jindama el tema de las cajitas, florecitas, lapiditas, etc. ¿Condición de rancio?.
Yo por mi parte no veo con ganas de aportar algo más, aunque quisiera proponerle, con el mayor respeto, al señor moderador un nuevo tema de debate: "La soledad del rancio". Qué cosas son las que un rancio le gusta disfrutar solo (no sean de su pueblo y se disparen a pensar en lo único de siempre). Yo me refiero a la cofradía que nos gusta ver solos, al paseo, a todo aquello en el que dos ya son multitud.
Un saludo y ánimo señor Robles. Muchas gracias.

 
At 4:41 p. m., Blogger orfila said...

La ranciedumbre pasa necesariamente por San Juan de la Palma. Con prólogo en Vizcaíno y epílogo en El Rinconcillo. El resto del mes debe dedicarse a la meditación en relación con la necesidad de que el periodo navideño pase lo antes posible, para dejar paso a la anhelada Cuaresma, presagio del éxtasis teresiano de cualquier rancio de postín.

 

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