viernes, septiembre 26, 2008

De carteles y cartelitos

El pintor Ricardo Suárez, fiel a su estilo y a su palabra, ha declinado el nombramiento de cartelista con un argumento de peso: hay que remunerar al artista. En el Consejo de Cofradías se han llevado una sorpresa que no debería ahbverse producido, ya que el pintor había dicho esto por activa, por pasiva y por escrito.
¿Estamos ante una nueva era del pregón y del cartel?
¿Deben cobrarse estos trabajos apra que los hagan los mejores? ¿O hay que seguir recurriendo al mangazo y al favor?
Por cierto: Juan de Mesa cobró la hechura de la imagen del Gran Poder.

Transcribimos la entrevista a Ricardo Suárez en EL MUNDO.

La Sevilla tradicional no valora el oficio del artista
Ricardo Suárez es un pintor sevillano que ha protagonizado un hecho nada frecuente en esta ciudad: ha declinado la invitación del Consejo de Cofradías que lo habría convertido en cartelista de la Semana Santa del año 2009. Antes de empezar la entrevista quiere dejar claro que la filtración no ha salido de sus labios: “No me corresponde a mí valorar si hubo o no hubo llamada del Consejo de Cofradías. Alguien de los miembros del Consejo que eligen al cartelista filtraría la noticia a la prensa”. El motivo que lo ha llevado a tomar esta decisión es económico, ya que a su juicio no se valora el trabajo ni el oficio del artista y por eso hay que exigir que se pague como es debido.

-¿Por qué hay que pagar el cartel?
-En primer lugar es una cuestión de principios, no hay otra forma de dignificar un oficio como el de pintor que solicitar algo a cambio, en este caso una remuneración económica. Se le hace un flaco favor a un artista plástico o a un escritor si se abusa continuamente de él, ya que en algunos ambientes la presión es extrema.

-¿Qué precio le pondría a un cartel como éste?
-Una retribución mínima, ni algo excesivo ni un regalo, sino una cifra acorde con la situación del mercado. Por ejemplo, lo que paga el Ayuntamiento por el cartel de las Fiestas de Primavera, alrededor de 6.000 euros, que no es gran cosa tal como está el patio.

-Pero usted ha pintado carteles o ilustraciones para boletines por amor al arte…
-Mi primera intervención es este mundo de las cofradías consistió en ganar el cartel del Pregón Universitario del año 2004. Aquellas cien mil pesetas las aproveché para invertirlas en mi carrera, ya que entonces era estudiante.

-¿Qué relación se da entre los artistas y la Sevilla rancia?
-La Sevilla tradicional no valora el oficio del artista: por eso hay que pedir siempre una remuneración económica, o sea, cobrar por trabajar. Ciertos personajes de ese mundillo no tienen ni idea del lugar en el que viven, es decir, Sevilla.

-¿Qué dirán de usted los que critiquen esta decisión a sus espaldas?
-Me dirán todo lo habido y por haber. Lo que le dijeron a Cristo camino del monte Calvario se quedará en pañales comprándolo con lo que algunos dirán de mí por haber rechazado un cartel que supuestamente me habría llevado a la gloria

-¿El cartel para un pintor profesional da o quita?
-Es un mero difusor de tu obra, y en la mayoría de los casos que se han dado en los últimos años el cartel no tiene nada que ver con el estilo propio del artista. El pintor que pinta para hermandades tiene miedo de hacer su propia obra, con lo que nos quedamos con una estampita de primera comunión. Pongo como ejemplo los carteles de años anteriores. Se arriesga muy poco. ¿Por qué? Miedo al qué dirán y miedo al sanedrín doctorado en arte del mundo de las cofradías.

-¿Cómo calificaría el nivel de conocimientos artísticos de los que dirigen el mundo de la Semana Santa?
-Del uno al diez les pondría un 3,5 por darles alguna nota. Hay mucho personaje que por saber quién bordó el manto de su Virgen o cómo se llama el autor de la talla de su Cristo ya se ve con facultades para valorar la creación plástica de un profesional serio. Hay una frase muy común en ciertos cofrades cuando algo no les gusta: “Esto es una mierda”.

-¿Qué carteles se han quedado sin contemplar los sevillanos?
-Se han quedado sin contemplar un cartel de Miguel Pérez Aguilera, Luis Gordillo, Carmen Laffón, Teresa Duclós… ¿La causa? El miedo a que el autor pida una remuneración, así como el pavor ante una obra que no entraría de los cánones estéticos de la muy rancia ciudad de Sevilla.

-¿Cómo habría sido su cartel?
-Bastante novedoso. Pongo como referencia el que hice en 2005 para la Macarena. Yo sí me hubiera mojado porque conozco muy bien el mundo de las hermandades desde dentro. Tenga en cuenta que eché los dientes entre San Gonzalo y El Silencio.

-¿La Semana Santa es una performance que tendría cabida en la Biac’s?
-Sin duda alguna, y sobre todo algunas juntas de gobierno completas. Las fotos que se hacen cuando toman posesión de su cargo son muy contemporáneas: manos cruzadas por delante, medalla al cuello y mirada de ministro tecnócrata de Franco.

-¿La dimisión de Lolo Silva, que además es capillita declarado, es motivo para un cartel al sevillano modo?
-Como está cerca la Biac’s puede que sea una instalación de IU: me voy pero vuelvo. Al margen de la broma, la ciudad de Sevilla gana con la dimisión de Silva. Espero ver pronto más dimisiones en la Plaza Nueva por higiene democrática.

-Si tuviera que representar la Sevilla de estos albores del siglo XXI, ¿cómo sería el cartel?
-De color azul seise de Sevilla con el anagrama cambiado: Sí ma dejado.